9 jul 2012

Artículo publicado en La Voz de Almería el 3-julio-2012

Crónicas de bolsillo.
Manuel León.
El Banco del Tiempo.
Ha comenzado a funcionar en Almería, Lubrín y algunos pueblos de Los Filabres el banco del tiempo, como si las horas se pudieran consumir o cambiar como estampas;  ha comenzado a funcionar una idea de trueque, noble y antigua, más vieja que el dinero. Si hay bancos de vil metal, de semen o alimentos, por qué no un banco de algo tan democrático, tan igualitario como el tiempo: es con lo único que venimos todos al mundo. Consiste esta idea,  que ha empezado a tomar aire con más de medio centenar de usuarios ya, en intercambiar servicios por servicios: no hay euros, pesetas, ni denarios por medio; no hay lucro, solo el vale del tiempo dedicado a la prestación de ese servicio, la almoneda de poner en valor lo que uno sabe hacer, desde la idea de que somos complementarios. Se han apuntado psicólogos, amas de casa que saben guisar o planchar, profesores de inglés, manitas del bricolaje o gente dispuesta a que una peluquera le haga la permanente a cambio de pasearle el perro. Todo a cambio de los minutos invertidos que se van apuntando en un libro de cheques como si fueran bonos.Qué será de Botín, si prospera este movimiento vecinal, este espontáneo monte de piedad de los servicios más humildes; qué será de la usura, de los intereses, de la prima de riesgo, si empiezan a entrar en el juego panaderos, restaurantes, gasolineras, en una suerte de locura colectiva por el intercambio, como el movimiento americano en la película ‘Juan Nadie’ de Capra. El banco del tiempo es, ni más ni menos, que una reedición de la vieja solidaridad vecinal de nuestros abuelos que se prestaban unos dientes de ajos a cambio de unas hojitas de perejil.

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