15 jun 2012

Testimonio: Cuento - Taller de Psicología Positiva.

“EL ABRAZO DE LA BALLENA”

Cierto día escuché bellas historias sobre Ballenas.
Con 30 metros de largo y 200 toneladas, la Ballena Azul  es el animal más grande que ha existido
en la tierra.
Su corazón es del tamaño de un coche. Se alimenta, casi exclusivamente, de plancton. Sus rutas de migración son un misterio.
Pueden sumergirse hasta 1.000 metros de profundidad. A las ballenas les gusta que les acaricien. Están unidas entre sí por estrechos lazos sociales. Es famoso su canto. Tienen un enorme y complejo cerebro.
Son seres sumamente especiales. Poseen el sentido magnético, pueden orientarse en la oscuridad del abismo oceánico siguiendo las líneas de fuerza del campo magnético terrestre.Hay quien afirma que son extraterrestres.
En cualquier caso, la ballena tiene el sistema más complejo y avanzado de comunicación y si los extraterrestres (aplicando la lógica) decidieran comunicarse con algún ser de la Tierra, seguramente escogerían a las ballenas.
 Cada ballena tiene su propia frecuencia de vibración que es alrededor de 1.000 y 80.000 HZ, siendo la nuestra de entre 300 y 3.000, lo que significa que nosotros sólo escuchamos un espectro menor de los sonidos que ellas emiten. Para muchos esta altísima frecuencia vibratoria estaría "equilibrando" al planeta o "balanceándolo" de nuestra bajísima vibración humana que podría concluir en nuestra propia destrucción.
 Quizás las ballenas con sus cantos y frecuencias vibratorias, logren salvar el mund

Esa tarde pasó algo maravilloso...

Tuvimos una sesión de meditación. Normalmente me cuesta mucho llegar a relajarme y dejar la mente en blanco, pero esta vez fue diferente.
El guía de la meditación nos llevaba por paisajes de la Tierra, sobrevolándolos. La montaña, la selva amazónica, los desiertos, el hielo polar… cada uno con sus diferentes y múltiples matices. 
Entonces me vi flotando sobre el mar. Un precioso e intenso mar que se extendía allí abajo.
De pronto, allí estaba, la gran Ballena Azul, una increíble, enorme y maravillosa Ballena.
No me lo pensé dos veces y me arrojé de cabeza al mar.
Recuerdo a la perfección como me acercaba lentamente, expectante, deseosa de tocarla.
Cuando estuve tan cerca que mi mano pudo rozarla, un estremecimiento me recorrió el cuerpo. 
Y después la abracé. Y yo sentí su abrazo. No sabría cómo explicar la emoción que me embargó.

En ese instante algo me devolvió a la sala, a mi cuerpo tumbado en el suelo:
Dos frías y deslizantes lágrimas de felicidad.





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